ACUARELA


Hace algunos años, visitando una exposición de acuarelas, oí a dos amigos hablando, y uno le decía al otro "esto no es pintura, es acuarela". Ni qué decir tiene que me quedé en el sitio dándole vueltas a semejante afirmación, intentando entender cuál era quid de la cuestión. Decidí que se refería a "pinturas" queriendo decir "lienzos", siendo el soporte el que dictamina la categoría de la obra en sí. También entendí que se refería a las acuarelas como a algún tipo de obra menor.

Gracias a esta asignatura, ahora sé dónde está el quid de la cuestión. En parte sí se trata del soporte. En la acuarela parece lógico que sea el papel, ya que tiene más capacidad de absorción que un lienzo, aunque lo verdaderamente importante es el tipo de material con el que se pinta, y el procedimiento que se emplea con él.

La acuarela se compone de pigmentos aglutinados con goma arábiga o con miel. Dichos pigmentos, en su momento, se obtenían de diferentes metales, tales como el óxido de hierro, o el titanio. Y para aplicar la pintura, se mezclan estos pigmentos con agua (de ahí su nombre). 
Imagino que en aquella exposición, aquellos dos amigos catalogaban el agua como un procedimiento no del todo auténtico para un pintor, quizás no tanto como los diferentes aceites utilizados para las pinturas al óleo.

Personalmente, después de haber realizado esta práctica, opino que no se puede catalogar este procedimiento como "arte menor", ya que su complejidad a la hora de trabajar con él, no hace que sea precisamente sencillo. Es necesario entender que la acuarela funciona a capas semi-transparentes (dependiendo de la cantidad de agua utilizada), y que, por lo tanto, es crucial tener un esquema previo del dibujo a realizar, y un buen conocimiento del comportamiento de este material para que el resultado sea satisfactorio. Para una novata como yo, es sumamente sencillo estropear la obra, superponiendo capas indiscriminadamente y haciendo que los colores pierdan su gracia.













Evidentemente, hay auténticos maestros y genios de la acuarela, cuyas obras jamás se me ocurriría describir como algo que "no es pintura".

Gustave Moreau, Salomé Bailando, Acuarela, c. 1886, Museo de Orsay, París

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