DORADO Y TEMPLE AL HUEVO

Me alegra especialmente haber hecho esta práctica.
En algunos viajes que he tenido la ocasión de hacer, me han maravillado especialmente algunos retablos de época medieval, en los que el "color" dorado me hacía pensar (como supongo que era el objetivo), en algo casi divino y muy por encima del alcance del hombre.
Ahora ya conozco la técnica.

Esta práctica la hemos ido realizando en varias sesiones, ya que es bastante trabajosa y algo lenta (lo cual, añade más mérito a todas esas obras que tanto me han gustado).

El soporte, en nuestra práctica, lo ha preparado la profesora en días anteriores. Se trata de una madera del tamaño aproximado de un folio, al que ella ha ido superponiendo varias capas de un preparado a base de Blanco de España y cola de conejo. Cuando esta primera capa preparatoria está finalizada, se añade Tierra de Armenia, de color rojizo, que dará más color al oro.

A partir de aquí empieza el "trabajo de chinos" lento y laborioso que nos ha llevado un par de sesiones: pegar la lámina de oro al soporte. Hemos cortado en trozos pequeños una primera lámina de oro, y con la ayuda de unas pinzas y un pincel, hemos ido pegando los pequeños trozos de la lámina a la madera, con un poco de cola de conejo. El motivo de hacerlo así, trocito a trocito, es para evitar que podamos estropear una GRAN lámina de oro de un sólo mal gesto y tengamos que desecharla. De esta manera, es más lento, pero más seguro.



Una vez recubierta toda la superficie del soporte, se deja secar, y se realiza un primer bruñido, en el que muchos pequeños trozos de lamina saltan al no haber sido bien adheridos del todo. Se tapan agujeros e imperfecciones, y se vuelve a dejar reposar. El segundo bruñido deja la superficie lisa.  


Para pintar sobre el dorado, hemos preparado una pintura con base de yema de huevo. Se le añade barniz para darle brillo y resistencia y se mezcla bien con un pincel.  A continuación se añade aceite de linaza, para dar velocidad a la pintura. Y por último, una cantidad generosa de agua, dependiendo un poco del espesor que se quiera para pintar. Se van mezclando los pigmentos en una bandeja (para evitar ensuciar el aglutinante que hemos preparado). y para ello se le añade la misma cantidad de agua que de huevo.

Y A PINTAAARRR!!


Tan sólo me queda por añadir que, ahora que sé en qué consiste esta técnica, todavía me causan más admiración esas obras medievales doradas que podido ver en algunas iglesias o museos. El trabajo laborioso que representa preparar el soporte y luego decorarlo, hace digno el significado a transmitir para esos artistas.

Lorenzo Monaco, Coronación de la Virgen, 1414, Palacio de los Uffizi, Florencia

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